martes, 4 de septiembre de 2007

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El cuento de J. L. Borges, «La casa de Asterión», tiene elementos intertextuales propios de la mitología griega como el mito del Minotauro; dejando en claro que intertextualidad consiste en la presencia de expresiones, temas, características estructurales, estilísticas, etc. procedentes de otros textos y que han sido incorporados dentro de la misma obra que escritor a dado nacimiento, podemos ver como Borges narra la historia en primera persona como si el fuera el Minotauro Asterión con el fin de enseñarnos el mundo que vive este personaje.




Asterión está condenado a estar encerrado en un laberinto, esta es su morada, su único mundo del cual se siente prisionero, donde se encuentra sumergido en una terrible soledad y deseando la inalcanzable libertad.


Los principales símbolos son el laberinto que representa el hecho de perderse y estar encerrado en su mundo lejos de todo lo que es el Afuera y la muerte como una liberación. Al morir el hombre se libera de todo sufrimiento y pasa a una vida mejor. De lo contrario crea innumerables formas de entretención y gastar su tiempo, crea un mundo imaginario con pensamientos contradictorios a la realidad en su soledad.


La soledad no es sólo el hecho de estar encerrado en una “cárcel laberíntica”, sino la sensación de angustia que provoca saber que “más allá” existe un Afuera lejano e inalcanzable. Este Afuera, para Asterión es una intuición de libertad que se manifiesta en un espacio desconocido y ajeno. Los dos términos, Afuera (Ajeno) y Adentro (Propio), son una forma de expresar que existe una barrera, una puerta que es el límite y la frontera del ser en cuestión. Estos dos mundos que se comunican y limitan entre sí aparecen en el cuento de Borges representados por lo infinito o número catorce, la plebe y el laberinto.


El cuento de Borges culmina con el triunfo del Afuera al dar muerte a Asterión, ella simboliza la única salvación ante la soledad pues el exceso de espacio asfixia mucho más que su escasez. Tal vez sea la soledad la que multiplica infinitamente los componentes del laberinto.
En cuanto a la identidad del personaje, Asterión, puedo decir que este carece de ella por el modo en que es incapaz de enfrentarse al mundo de Afuera, la sociedad, por lo que esta lo rechaza, pues para ser valorados por el entorno se debe tener una identidad sólida y él no la tiene. Y ante las dificultades que implica llegar a ser reconocidos se frustra y renuncia al intento de integrarse a esta y por ende a la libertad y cae en la oscuridad de la soledad y del laberinto en que se encuentra. Huye ante un grado de dificultad y el mismo se encierra en su burbuja donde ha permanecido toda su vida. Sin embargo al parecer este personaje ignora por completo que la libertad exige un grado de esfuerzo, responsabilidad y asumir las posibles consecuencias, sin estas es prácticamente imposible conseguir salir del laberinto de su vida, si no se ha empeñado en salir adelante aprendiendo a escribir, por ejemplo, es necio desear ser libre si no se ha esforzado y no ha tenido responsabilidades. De esta forma paga el precio de ser indisciplinado y no hace más que hablar de su grandiosidad y la de su laberinto con suma arrogancia. Ser libres exige un mínimo de sacrificio, siendo mediocres no se consigue ser libres y sobre todo exige como base una identidad bien constituida producto de la familia, que en este caso no tuvo, de los valores sociales, a los que no tubo acceso, y de sus experiencias, que por el hecho de vivir en las sombras no las enfrento.


La vida está llena de caminos con sus puertas abiertas que podemos elegir para llegar a nuestra meta final, la salida del laberinto, si no nos empeñamos en seguir nuestro destino para alcanzar la puerta de salida caeremos en la soledad, en la miseria y nos hundiremos más en el laberinto e inventaremos juegos para suplir la necesidad de la compañía y la única salida de escape que nos libere de el será la muerte.

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